El triunfo español de ayer en la final de la Copa del Mundo fue simplemente notable. A pesar del triste espectáculo presentado por Holanda, los hibéricos no cayeron en el juego de la violencia y se dedicaron a hacer lo que hacen ,hoy por hoy, mejor que nadie: jugar al fútbol.
Gran parte de mi pálpito por Holanda vino de esta extraña situación que se ha dado en la última década en este deporte en particular, donde no siempre han ganado los mejores. Me recuerdo ahora mismo de Milan en la Champions 2002-2003, Boca Juniors en la Libertadores 2002, Inter de Milán de este año, CSKA de Moscú el 2004 en la Copa UEFA y el más inisigne de todos: Italia el 2006. Todos ejemplos de que el fútbol basura estaba ganando la batalla.
Por eso el triunfo de España revitaliza el origen de este deporte: que hay que ganar metiendo más goles en el arco del contrario, no defendiendo tu puerta y después ver si puedes hacer algún gol.
La emoción del pueblo Español se me contagió también porque es la primera vez que veo con plena consciencia a un país que gana el Mundial por primera vez en su historia y quise ver que eso ocurra también en mi país.
Pero para que esto pase no basta con el impulso que da la hinchada, sino que hace falta que todo el país se ponga detrás del deporte. Hablo de la gente, los colegios, las universidades, la empresa privada y las instituciones de gobierno. Esto es lo que ha llevado a que España esté hoy en la cima del mundo (en fútbol, automovilismo, basquetbol, tenis, etc), no una serie de aciertos azarosos basados pura y exclusivamente en el talento.
Gracias España por el buen juego mostrado y gracias también por mostrar el camino. Espero seamos lo suficientemente inteligentes por estos lados como para seguir el ejemplo.
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